Una vez más, el MAZ Basauri recibió con los brazos abiertos a Sotomonte | GR76


Sábado 9 de noviembre de 2024 en Social Antzokia, Basauri

El pasado sábado acudimos, una vez más, al encuentro de los orfebres Sotomonte que presentaban en MAZ Basauri el reciente, brillante y fascinante “Decadence & Renaissance”. De la extensa programación del festival, tanto en el Social Antzokia como en las actuaciones de calle, tan solo pudimos aprovechar ese instante ya que la agenda particular tenía unas cuantas tareas anotadas, si bien manteníamos la intención de intentarlo. Si tienes la posibilidad de asistir a un recital de los bizkainos, porque el cónclave termina como tal, no deberías rechazarlo porque tus constantes vitales lo agradecerán. Por cierto, repetían experiencia ya que su ópera prima tendría similar tratamiento en la edición de hace tres años del certamen, lo cual es una especie de posible y futura convocatoria que en cierta manera nos hace ilusión por varios motivos. Uno y principal, porque seguiríamos adelante en esta cruzada. Dos, que el festival haría lo mismo, y tres, que la banda continuaría persiguiendo sueños, nortes o metas con sus elegantes rapsodias, esas que de cuando en cuando fortalecen en situaciones comprometidas y trazan en el horizonte providenciales arcoíris. Sin duda es una de las bandas que, en el terreno personal, han calado hondo desde su nacimiento y probablemente podríamos situar en un pódium virtual de sólidas formaciones gracias a su fantástico conglomerado músico-místico-sensorial. Y aparte son buenos tipos, ¿qué más se puede pedir?

Podríamos decir que somos veteranos en la materia, ya que hemos asistido a unos cuantos oficios realizados por los señores Jokin Salaverria, artífice de la congregación, compositor, bajista y cantante principal, los sobresalientes Xabier Badiola y Miguel Moral, gobernadores de bandurrias y corales, el honorable Alberto Trigueros dominando y domando los armonios más el insigne Unai G. Kortazar como administrador de tambores y campanas, así que cualquier disertación sobre su conducta podría parecer un calco de una anterior, pero no. Las palabras pueden ser semejantes y los recursos, invariables quizá, pero la realidad es que el déjà vu derivado de sus purificantes doctrinas transporta a galaxias infinitas. Sugiere, magnetiza, paraliza, activa, se apodera del ánima y anima en cada una de las frecuencias esgrimidas en la copiosa antología de nociones y proposiciones formulada en sus, de momento, dos estudios polifónicos: “From Prayer To The Battlefield” y “Decadence & Renaissance”. Partiendo de tan refinado material en el que las combinaciones, las gestiones, las investigaciones y los giros melódicos o armónicos son tan constantes como la pluralidad de fundamentos, las potenciales incógnitas sobre su comportamiento o eficacia en las distancias cortas, quedarán inmediatamente relegadas al más absoluto ostracismo, por diversos porqués como la intrínseca iluminación de “For What Is Done In Darkness”, por la perturbación de “Moral Blindness”, por la belleza de “The Beauty Of Tomorrow”, la sugerente invitación de “What A Game To Play” o las hermosas panorámicas reflejadas en la poderosamente mágica “Little Vilma” que estimulan los cinco sentidos, el subconsciente y el espíritu.

Escuchar atentamente las consignas de Sotomonte con la compañía de habituales y hasta principiantes pasa por ser una experiencia cuasi religiosa, una experiencia vigorizante y profundamente inspiradora. Un auténtico desfase. Una inmensa sensación de paz interior porque los amigos alcanzan con sus modulaciones vocales paradisíacos espacios y con los instrumentos que acarician incluso someten en una encarnizada batalla de métricas, un ilimitado y bucólico maná en el que las asonancias y resonancias envuelven. Ritos paganos, pasionales ceremonias, solemnes aquelarres y polivalencia rítmica que provoca todo tipo encomios. Durante la intervención la audiencia clamó. La audiencia vibró y aclamó las coberturas del penetrante órgano del señor Trigueros (“Believers Of The Mass”), palideció con las intrépidas y celestiales guitarras de los señores Badiola (“Culture For Vultures”) y Moral (“The Nothing”), contuvo la respiración ante la diligencia demostrada por señor Kortazar (“Fishbowl Of The Gods”) y se estremeció cada vez que el señor Salaverria arqueaba sus piernas, manipulaba el bajo como si una continuación de su cuerpo se tratara o (nos) introdujera en la psicodélica y pentagrámica esfera (“What A Game To Play”) de su fórmula medicinal. Hablando de, interpretaron una excelente, como es costumbre en ellos, adaptación de “Lazy Lady” de la banda virginiana y optaron por “Gambit” o “Montecristo/The Riddle” para esa despedida que la concurrencia nunca quiere que llegue, pero en este caso, además, eran los encargados de cortar la cinta protocolaria de la segunda jornada del festival basauritarra, así que debían ceder el terreno a sus partenaires de la noche. Ahora, procedieron cual jerarcas encandilando una vez más.

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