Rodeo y Wet Cactus vencen y convencen en la segunda presentación del inminente Kristonfest | GR76


Miércoles 18 de septiembre en Kutxa Beltza, Bilbao

Este año de la decimoprimera edición de Kristonfest, los responsables de la agencia bilbaína Noise On Tour han elaborado un suculento programa en el que las dos ciudades que han visto su crecimiento y consolidación, Bilbao y Madrid, acogerían por partida doble la celebración del festival. Y por partida doble tanto en el espectáculo tocho como en las fiestas de presentación planeadas con la participación de artistas estatales como Saturna y Santo Rostro en la Wurlitzer Ballroom madrileña y Rodeo más Wet Cactus en la sala superior del Kafe Antzokia bilbaíno, Kutxa Beltza. Pues este segundo y atractivo Warm Up es el que pudimos ver el pasado miércoles junto a, aproximadamente, otro centenar de asistentes que imaginamos salieron del local con un tremendo tinitus, ya que los altos decibelios fueron la tónica de ambas actuaciones. Evidentemente sabíamos dónde íbamos, no vayamos ahora a reprochar la intensidad o el volumen, no van por ahí los tiros. Tan solo es un apunte que viene a indicar la magnitud sonora de unos gipuzkoanos y unos cántabros que se mueven por terrenos psicodélicos, subterráneas graduaciones o estrépitos desérticos y que podríamos decir están asentados en el circuito.  

Los chicos de Suances ya estaban catados con anterioridad, en estas páginas hemos hablado sobre ellos regularmente y para qué lo vamos a negar, es una banda que nos agrada bastante. Por el contrario, éramos novatos frente a sus partenaiers de la noche pese a que no son unos completos desconocidos. Había curiosidad. Había interés. Había inquietud por ver su conducta. Pues todas esas interrogantes se difuminaron en cuanto los chicos enchufaron los amplis entre tinieblas y…  y esas tinieblas fueron la constante de su intervención puesto que la iluminación fue inexistente y la verdad, como opinión subjetiva y personal, fue una pena porque a los tíos se les nota actitud, son dinámicos, saben cómo trasmitir, son constantes y no cejaron por un instante en su idea. Alternaron canciones de sus trabajos como “Sugeak”, “Keres” o “Ez da Hil” con presentaciones como “Sugarra” que demandaron los headbangings delanteros así como enfervorizadas muestras de compromiso vocal por parte de los extasiados seguidores que copaban esas posiciones de vanguardia. Uno seguirá siendo fiel a sus propios mandamientos, así que ni se contempla la mención a terceros cuando hablemos de alguien en particular. Fuentes, demasiadas. Guías, diversas. Modelos, abundantes. Ahora, al margen de los caprichosos paralelismos, estos chicos son Rodeo, tienen su personal concepción en este entramado de guitarras furiosas, impulsivos ritmos e ingeniosas combinaciones, y si vas a cualquiera de sus funciones, prepárate porque sufrirás un tremendo espasmo. En el buen sentido, por supuesto.

Como el que te puede proporcionar Wet Cactus, una formación que en breve se colará en algunas ciudades europeas, tal y como dijera Daniel, bajista y cantante principal del cuarteto en el transcurso de un ejercicio que duró menos de lo que nos habría gustado, eso sí, exprimido y disfrutado al máximo. También ellos disfrutarán esta incursión que les llega en un dulce momento, porque tienen tablas y un compacto repertorio de profundas composiciones (“Profound Dream”) que se nutren de corrientes de la costa oeste americana aunque se podría especular con la posibilidad de que el litoral británico también estuviera presente en las esforzadas guitarras de “My Gaze Is Fixed Ahead”. Al fin y al cabo, como afirmamos en no pocas ocasiones, el Rock n’ Roll tiene varias escuelas y todas ellas se nutren de una misma semilla. Y eso es lo que estos muchachos desglosan en piezas de orfebrería musical como “Million Tears” (precisamente la que introducirían con la buena nueva de su gira continental) que provocaría asombrosas convulsiones entre la audiencia o como la ya talludita “Jim’s Song” perteneciente a su estreno de la década pasada que suena a gloria unos cuantos años después. Comenzaron puntualmente con las irradiaciones psicotrópicas de un “Solar Prominence” incluido en su último trabajo que funcionó cual resorte en algunos organismos mientras, otros, procedían estupefactos ante la tenacidad de Jaime en platos y timbales, mientras las incansables guitarras de Óscar y Ernesto reclamaban el conjuro mental y el balanceo espiritual. Así empezó la cosa y así terminó con el instrumental “Damned Rope”, con el personal imbuido en el akelarre (antes atronaría su particular “Aquelarre”) tridimensional que estos chavales proponen con gran personalidad y con canciones tipo “Barren Landscape” que rápidamente te ponen en órbita. Con impresionantes desarrollos atestados de abismos y bifurcaciones sensoriales tipo “Mirage”; con activas frecuencias tipo “Self Bitten Snake” con las que la locura transitoria, los pogos o el afán del público se sospecha inevitable. Impresionante. Alucinante. Altas temperaturas, incisos embriagadores y excelentes fundamentos. Así es Wet Cactus.

Deja un comentario