Luis Kleiser: “La Kleejoss no es solo nuestra, es de toda la gente que nos ha acompañado” | GR76


Desde que supimos de su existencia, y ya ha pasado un tiempo desde entonces, sus canciones captaron nuestra atención y diez años más tarde, siguen suministrándonos momentos de gran emoción. En sus siete discos editados hasta la fecha tienen canciones firmadas de todas las clases y naturalezas. Hay sentimentales, hay prudentes y profundas; querellantes, singulares, salvajes, sorprendentes, dinámicas, emotivas, rigurosas, desahogadas, reflexivas, coléricas, delicadas y un largo etcétera de caracteres y tipologías. Eso sí, su conducta, inalterable y su compromiso, también, conformando así un triángulo de cualidades proporcionado y suficientemente productivo. Pero falta un vértice imprescindible. Un ángulo nuclear. Un lado o un aspecto fundamental en la vida. Son buena gente, son tipos que merecen la pena, unos maños que reúnen una serie de intangibles que les hace ser muy asequibles. Pues el próximo 28 de septiembre The Kleejoss Band celebrarán esa efeméride en casa, en Zaragoza, en su hogar, en el Rock & Blues Café rodeados de colegas llegados desde norte, sur, este y oeste y por supuesto, personal autóctono porque se dejan querer. Excusa perfecta para abonarse a la fecha y como complemento al aniversario, otras dos actuaciones a cargo de buenos amigos: King Sapo y Uncle Sal. Sobre ello nos habla a continuación Luis Kleiser.

Hasta ahora estas conversaciones han girado en torno a giras, conciertos o nuevas publicaciones y en esta ocasión, la excusa es la celebración de vuestro décimo aniversario que promete ser todo un acontecimiento. ¿Cómo afrontáis este reto?
Con ilusión y con ganas de fiesta. Cumplir diez años en activo y con la trayectoria que hemos tenido es para celebrarlo. Nos apetece reunirnos con la gente que ha compartido todo este tiempo con nosotros. Es una etapa importante en nuestro viaje y vamos a disfrutarla. Después ya veremos qué rumbo toman las cosas, pero hay que saborear las cosas buenas en el camino y hacer ganas para continuar.

Todo eso será en casa, junto a amigos como King Sapo o Uncle Sal, rodeados de más amigos y con el apoyo de las familias. ¿Cómo surgió la idea?
Queríamos que fuera una celebración para la banda, y en esta banda tocamos cuatro pero hay mucha gente que hace que esto sea y haya sido posible. La Kleejoss no es solo nuestra, es de toda la gente que nos ha acompañado y tenían que estar. Algunos pueden tocar, otros vendrán a vernos, gente que hace kilómetros para pasarlo bien con una banda pequeña como la nuestra. Todo esto es para nosotros; para los que sentimos que esta banda ha sido parte de nuestras vidas, toquen en ella o no.

En estos diez años habrá habido o habréis vivido todo tipo de situaciones, pero seguro que hay una anécdota o un momento clave…
Siempre miramos al siguiente objetivo; somos poco de visión retrospectiva. Como momento clave podemos hablar de cómo empezó esta banda, cómo se incorporaron Nacho y Andrés, cómo mantener viva una banda en tiempos de COVID o cada vez que ideamos un nuevo proyecto que acaba convirtiéndose en disco. También algunos shows memorables, para bien o para mal. Todo forma parte de nuestra historia y no cambiaríamos ni una coma. Cero arrepentimientos y mucho agradecimiento a todo lo bueno que nos ha pasado.

¿Y el cambio de idioma? ¿Podríamos hablar de dos etapas en ese sentido?
Es posible, aunque seguramente eso se vea más desde fuera. Internamente, cambiamos el lenguaje para comunicar nuestras ideas a la gente, pero nuestra manera de funcionar y de vivir la banda ha sido la misma. Siempre hemos tenido la misma ética de trabajo y la misma manera de concebir qué significa tener una banda como la Kleejoss.

Sin duda fue significativo porque, pese a que el mensaje tenga parecido trasfondo, cambia la escritura, cambia la modulación, cambian las fórmulas… ¿Hubo alguna razón determinante para ese salto o lo consideráis como un proceso natural?
Teníamos la sensación de que la gente se perdía una parte del mensaje que también era importante para nosotros. Quisimos hacerlo más fácil y hablarle a la gente en el idioma que controla para que supiera un poco mejor quienes somos y de qué hablamos. También hubo una parte en la que asumimos y aceptamos la realidad de que no nacimos en Nashville sino aquí y que podemos mostrarnos como somos sin necesidad de escondernos en otro idioma.

Imaginamos que la decisión implicaría dudas porque ya había un buen séquito de seguidores y visto lo visto, más gente se ha unido a la causa. ¿Ha quedado el inglés relegado o el futuro es impredecible?
Las hubo, claro, sobre todo porque te sientes mucho más desnudo frente a la gente. También valoramos qué se podía perder o ganar y elegimos el corazón. Lo bueno de una banda pequeña es que no hay contratos millonarios en juego ni la posibilidad de perder cientos de miles de fans cabreados por tus decisiones. Somos libres y elegimos ser libres; es el privilegio de la independencia. ¿Qué pasará con el inglés? Si no soy capaz de asegurar qué voy a cenar esta noche, menos me la juego en este asunto. La vida es muy larga para tomar decisiones eternas; dejémoslo en que, por el momento, no volveremos al inglés.

Hablando de futuro, “Porvenir” es hasta la fecha el último disco y conociendo vuestra voracidad creativa… ¿Tenéis escritas nuevas canciones?
Nada; no hay nada sólido nuevo. Hay, como siempre, decenas de ideas guardadas en un cajón que desempolvaremos cuando decidamos encarar un nuevo disco. Es bueno además tomar cierta distancia con las ideas y con la composición. Que la vuelta a ese trabajo te pille con hambre es fundamental para superar cualquier posible bloqueo creativo.

Varias de esas canciones son el ejemplo de esa firme postura gramatical. “Estaciones”, “El Faro”, “Ruinas”… ¿Hay alguna niña bonita o todas tienen su importancia?
Cada una muestra una manera de mirar hacia el futuro o hacia ese “Porvenir” de forma diferente. Cada una abraza lo bonito de la incertidumbre de una manera distinta, porque cada mañana te levantas de una manera distinta. Cada uno del grupo elegiría una por motivos distintos, y seguramente elegiríamos una distinta en momentos diferentes. Por eso están ahí; para que elijas tu propia aventura.

¿Qué hay detrás de un disco aparte de sueños, objetivos, mochilas personales o compromiso?
Trabajo y ganas de hacer algo de lo que nos sintamos orgullosos. No somos lo bastante ingenuos como para soñar demasiado. Ya no creemos en la posibilidad del éxito ni nos marcamos metas inalcanzables. Buscamos contar algo con nuestra música y hacerlo lo mejor posible. Eso solo se consigue trabajando y con ilusión; eso es todo.

En aquella época de preguntas sin respuestas, de silencios y desplantes o de advertencias y sigilos, salió “Maleza” y aparecieron las sorpresas. ¿Qué supuso ese disco para The Kleejoos Band?
El atrevimiento de cambiar y arriesgar. Descubrir mejor quienes éramos y que no necesitábamos refugiarnos en estilos ni imitar a nadie. También cierto sufrimiento por escribirse durante la pandemia, en la que echamos de menos sentirnos músicos que tocan y giran. Demasiado tiempo para reflexionar y demasiados demonios que espantar. “Maleza” fue descubrir que la música a veces duele y que cuando miras hacia dentro no siempre es todo bonito. También fue esperanza y ver que éramos mucho más queridos de lo que pensábamos.

Aunque, y esto es un pensamiento personal e intransferible, “El Secreto” dejaría la puerta abierta a nuevas posibilidades, por aquello del título y las circunstancias. ¿Cómo nace la relación con Hendrik Röver?
Como público inicialmente, claro. Después compartes alguna cerveza, hablas y descubres lugares comunes y maneras similares de entender este negocio. Aunque si hubiera que señalar un momento clave, sería un concierto en Cantabria. Hendrik vino a vernos y nos propuso grabar en su estudio; el resto es historia. Para nosotros es un verdadero privilegio poder llamar amigo a alguien a quien admiramos profundamente. Sobre todo porque la persona es todavía mejor que el artista.

Imaginamos que el santanderino será, si su agenda lo permite, otro amigo citado para el 28 de septiembre. ¿Está costando seleccionar canciones?
Está invitado, por supuesto. Será un honor que nos acompañe. ¿La selección de canciones? Difícil; tenemos demasiadas canciones buenas y no sabes qué dejar fuera (risas).

Las canciones son, al menos para servidor, vuestro gran baluarte tanto musical como gramaticalmente. ¿Tenéis alguna regla establecida para la composición o las canciones no esperan?
Solemos partir de una idea primigenia y sencilla; nada demasiado elaborado. Después dejamos que crezca y que aflore la personalidad de cada uno al hacerlo. Si hay una máxima es esa de ‘no te enamores de tu idea’. Hay que estar dispuesto a dejarla marchar si no aporta nada positivo y aceptar que las ideas son infinitas; si esta no vale vendrá otra. Luego hay una parte de instinto; si hay que darle muchas vueltas es porque quizá te empeñas en arreglar algo que no tiene arreglo y si no disfrutas tocándola nadie lo hará escuchándola. Por ahí van los tiros, más o menos.

¿Y cuando se acercan las grabaciones, vais con los deberes hechos? ¿Afloran nuevas ideas en el estudio?
Lo intentamos. Tenemos pocos recursos y poco margen para el error. Pueden surgir nuevas cosas en el estudio o nuevas maneras de arreglar o producir algo pero todo está bastante medido. Sería maravilloso escribir música en el estudio o pasarnos meses probando y grabando nuestro propio “Exile On Main St.” pero el hambre agudiza el ingenio y hay que ser eficaces.

El directo es otra de vuestras grandes virtudes. ¿Cómo describirías la sensación de transmitir y recibir calor de la gente?
Cuando arrancas con el primer acorde el tiempo se detiene. Olvidas todo lo que está fuera de ese espacio y durante dos horas estás en un lugar en el que todos estamos compartiendo lo mismo. Recibes tanto o más de lo que das y todos buscamos que esa noche sea memorable. Que no sea un concierto cualquiera; que no sea uno más. Ese momento es nuestro y nada puede arrebatártelo. Eso, es mágico.

Aunque entre el público del décimo aniversario los rostros conocidos sean mayoría, imaginamos que vuestra intención será sorprender, repartir felicidad o cambiar minutos por momentos. No hablemos de sorpresas pero sí de felicidad, de minutos o momentos, de vuestra huella. ¿Esperabais tal alcance?
Nunca; la verdad. Saber que hay personas para las que nuestra música ha significado algo es una sensación preciosa difícil de explicar. Seguramente es más que la música… quizá esos minutos compartidos con las personas tras los shows tengan algo que ver. Quizá somos queridos no por buenos músicos, sino por buena gente. No puede haber más orgullo que eso.

¿Qué os aporta el Rock ‘n’ Roll?
Rock and roll keeps me young. Nos hace más felices, que no es poco. También viajes, amigos, diversión, retos, derrotas, orgullo… Es una manera de entender la vida, supongo.

Y como consumidores, ¿qué buscáis o encontráis en artistas o conciertos?
Verdad y riesgo; si eso está, ya hay mucho. También respeto por el público. El púbico reconoce al artista como relevante pero eso debe tener viaje de vuelta. El artista que no respeta a su público y le trata como agente imprescindible no me produce el más mínimo interés.

Un día especial como será el 28 de septiembre requiere escenarios especiales como el Rock & Blues Café, recuerdos especiales o personas especiales como las que os han acompañado en este trayecto y quienes acudan no olvidarán la fecha porque…
Porque todo lo que allí suceda será bonito y todos los que estemos allí somos parte de esta aventura. Todos seremos parte de este capítulo y todos hemos contribuido para que suceda. Es nuestra historia; la de cada uno de nosotros.

Hay bastantes canciones de la klijos que no desaparecen de la mente por distintas razones como “Pacific Clouds”, “Farewell Lone Wolf…” o “Free”. Tampoco queremos sonsacar información que no proceda, pero ¿recurriréis a viejas melodías?
Repasaremos estos diez años y seguramente tocaremos aquellas que han significado más para nosotros. Esperamos que también la gente disfrute con esas canciones aunque sabemos que cada uno de nuestros seguidores haría una lista diferente.

Hay una que, bajo nuestro punto de vista, os describe perfectamente. Puede que no sea la más emotiva, la más excitante, la más atrevida, o la más sintomática, pero quizás “Shine On” reúna todos esos condicionantes por muchos motivos que no sería necesario explicar. ¿Seguís dispuestos a brillar otros diez años o más?
Es el reto. Cada año que pasa en una banda es un poco más complicado que el anterior. Eres más viejo, con menos capacidad para sorprenderte a ti mismo y al público sin perderte el respeto. Estás más cansado, más desengañado y con más cicatrices. Si es más difícil seguir, más razones para seguir intentándolo y más motivos para celebrar seguir en la trinchera. Seguimos vivos, ¡tendrán que matarnos si se atreven!

Antes de finalizar, ¿qué te parece repasar brevemente los siete álbumes que conforman este aniversario? “Wind City Haze”:
Ingenuo y fresco; un gran punto de partida.

“Villa Modesta”:
Tiene momentos brillantes y algunas de nuestras mejores canciones. Mereció más crédito sin duda.

“River Sound Unleashed”:
Para bien o para mal, el disco por el que seremos recordados por muchos. Escribimos canciones maravillosas y descubrimos que los discos son más que colecciones de canciones. Un gran aprendizaje y una muy buena colección de hits.

“Inception”:
Supuso el reto de hacer algo a la altura de “River Sound Unleashed”. Suena maravilloso y contiene alguno de nuestros clásicos. Para un buen puñado de seguidores es nuestro mejor disco. Para nosotros, el que consiguió mezclar de la mejor manera todas nuestras influencias.

“El Secreto”:
Divertido, inmediato, honesto y todo un reto musical. Escribir un disco en diez ensayos y grabarlo en cuatro días sin morir en el intento. Muy potente en algunos momentos y muy melancólico en otros. Nos demostramos a nosotros mismos que éramos mejores de lo que pensábamos.

“Maleza”:
Somos maleza y esta siempre vuelve a crecer. Sobrevivimos; nada pudo con nosotros y volvimos transformados en verdad. Música desde las tripas.

“Porvenir”:
Lo mejor está por venir. Luminoso y construcción de futuro desde la historia vivida. Optimista, sincero y espontáneo. Un disco disfrutón para los buenos momentos y reflexivo para los menos buenos.

Gracias de nuevo por atendernos, chicos, nos vemos en el camino.

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