Los Deltonos: “Evolución” | GR76


Después de escuchar el décimo y último episodio de la entrega acústica de “Evolución”, pensamos que no estaría nada mal hablar sobre el nuevo trabajo de Los Deltonos, reflejar nuestras sensaciones o intentar explicar qué nos sucede cuando aparece nuevo material de los cántabros desde aquella irrupción con su estreno “Tres Hombres Enfermos” como terceto. Eso quiere decir que, uno, siguen en sus trece desde hace treinta y algunos años y dos, que el tiempo pasa, aparecen las canas, afortunadamente aparecen y que de alguna manera hemos evolucionado en paralelo. Hemos superado obstáculos, algunas veces hemos tomado decisiones que igual no convenían, perdido oportunidades y sabido aprovechar otras, pero en definitiva proseguimos nuestro camino. Y en este trayecto hemos contado con la inestimable ayuda del señor Röver y quienes han sido sus compañeros en cualquiera de las etapas de Los Deltonos. Con el refuerzo de sus misivas, con la custodia de sus alegatos, con el aplomo de sus censuras, con su analítico punto de vista, sus filosóficas reflexiones, sus mordaces arengas o su lógica aplastante. Y lo curioso es que, junto a varios intelectuales de diversas disciplinas, nos ha instruido mejor que el viejo profesor de literatura que ni era maestro, ni pedagogo ni educador.

¿Nos repetiremos? Puede. ¿Recurriremos a métodos semejantes? Seguramente. ¿Cansaremos con calcados argumentos? Quizá. Al fin y al cabo, estos escritos tienen como denominador común el rock and roll que goza de variados sistemas incluso procederes, pero en el fondo no deja de ser el mismo reconstituyente para cuerpo y mente que, en el apartado Los Deltonos, cobra mayor trascendencia ya que su frenética actividad, su compromiso o la portentosa capacidad creativa de Hendrik Röver alcanza insólitos niveles. Un cantante de canciones, como le gusta definirse. Un acérrimo trabajador que no abandona sus múltiples quehaceres con otras formaciones y recupera, paradójicamente, en “Evolución” viejas canciones de finales de los noventa cuando intervenía bajo el seudónimo de Hank. Tal vez la versión acústica que ha compartido tras la publicación del álbum tenga algo que ver con esa etapa, o tal vez no. Igual son suposiciones personales con poco fundamento, vaya usted a saber. La cosa es que ambas versiones describen su personalidad y ambas tienen su mérito porque este tío no deja de sorprender en cada una de sus apariciones. Un tío “Transparente” que “Como Yo” o cualquiera tiene su propio guía espiritual desde aquellas fases de “Adolescencia” en las que disfrutábamos del aquí y ahora sin pensar en el mañana y “Las Buenas Intenciones” podían ser sutiles pretextos mientras manteníamos contra viento y marea, ya fuera por indolencia o insolencia que cada cosa, “A Su Tiempo”.

Como si fuera una premonición, con esa canción comienza un disco que ha resurgido. Un disco que podríamos considerar como un ejercicio de arqueología y posterior restauración en el que recuperan dos grabaciones de la época (“Nos Gusta Aquí” y “Adolescencia”) junto a Iñaki García y Bernie Bustillo en batería y bajo respectivamente, compañeros de batalla de Hendrik durante la transitoria aventura que desembocaría en el renacimiento del conjunto montañés que, en esta ocasión, cambia de indumentaria sin abandonar complementos reconocibles en el aspecto musical. Sin trampas ni extravagancias, con aplomo y el empeño al que nos tienen acostumbrados, con el fuerte carácter musical de la banda y el fresco sonido que transmite el triángulo mágico de guitarra-bajo-batería en la no menos conveniente o apropiada decena de títulos. Si la reproducción se hiciera corta, ya sabe usted qué debería hacer. Vuelta a empezar. Vuelta a examinar la obra para reparar en detalles que en una primera audición podrían haber pasado desapercibidos, para descifrar misteriosos mensajes que poco misterio esconden pese a perdurar en el tiempo (seguimos a cuestas con él) dividido en instantes e interrogantes, afirmaciones, deducciones, evasivas, silencios, destinos o incógnitas conectadas a través de “Sólo Un Cable”.  O para constatar la raza del baterista Javi Arias en “Arte Y Ensayo”, valorar el temperamento del bajista Sergio ‘Tutu’ Rodríguez en “Ya Quisieras” o reverenciar la distinguida guitarra de un Hendrik Röver que justifica su status y sus galones tanto en la parcela acústica como en la eléctrica.

Evidentemente, la inclusión del señor García será un sentido homenaje y más allá de la tácita melancolía que representa la reciente tentativa, Los Deltonos demuestran que tienen anchas espaldas así como un repertorio de técnicas y tácticas tan profundo como un océano. En su cuaderno de bitácora tiene cabida, aunque la brújula siga señalando su norte que no es otro que el blues, todo tipo de nociones o expresiones que desarman de un plumazo cantidad de conjeturas que lanzamos a diestro y siniestro constante y arbitrariamente. Como ya hemos dicho, es tan sólo (que no es poco) rock and roll, y éste se puede manifestar recio, psicodélico, añejo, díscolo, lozano o enérgico; o también poderoso y popero, que si nos atenemos a las pistas ofrecidas por Hendrik sobre la dirección de “Evolución”, es su eje principal. Y si él lo dice, nada que objetar. Ahí reside, al margen de su perseverancia, otra de las grandes cualidades de Los Deltonos: su disposición y su versatilidad. Su amplitud de miras y una metamorfosis cuanto menos admirable en cuanto a registros y recursos que les sitúa en posiciones privilegiadas del panorama nacional y hasta nos atreveríamos asegurar que se han convertido, por méritos propios, en una rara avis dentro de esta fauna bohemia y ambulante. Como alguien dijo en su momento el tiempo es inescrutable e impredecible, y en ese sentido siempre habrá nuevos retos a los que enfrentarse, nuevas fronteras que traspasar, viejos recuerdos que acompañan e inspiradores acuerdos, fuerzas extrañas que presionan refrescando la memoria o susurran al oído consejos e ideas. Dilemas y enredos de “Evolución”.      

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