Pablo Amann: “Creo que soy un ‘story teller’, miro, escucho, siento y cuento” | GR76


El conjunto bilbaíno Amann & The Wayward Sons se encuentra actualmente presentando su última obra, un torrente de vigores y resonancias americanas de cautivador enunciado que salió a principios de año: “When The Day Goes Slow”. Ahora toca una promoción que acometen por norte y sur, por este y oeste, cruzando fronteras entre amaneceres y anocheceres captando nuevos afiliados y conquistando nuevas seguidoras después de unos años de batallas, búsquedas, encuentros y reveses que ni mucho menos han amilanado al ahora remozado cuarteto ni al ideólogo de este cenáculo, Pablo Amann. Puede que estén recogiendo los frutos que han ido cosechando en este tiempo o quizás sea una mera suposición personal, pero lo cierto es que van a meter horas de viaje. Ahí, yendo, viniendo, descansando en cualquier zona colocada a tal efecto, rellenando de combustible el carruaje o metiendo combustible al cuerpo, se encontraba nuestro interlocutor que gentilmente nos atendería. Como siempre lo ha hecho, por cierto. Con todos ustedes, una amena charla con el señor Pablo Amann.

Amann & The Wayward Sons

Gracias por atendernos, Pablo. Habéis actuado en Londres recientemente, lo cual debe ser, aparte de un reto, una gratificante experiencia teniendo en cuenta que hablamos de una banda independiente que no cuenta con el respaldo de un mecenas…
Sí, como bien dices, cuando creíamos que estábamos listos para abordar ese reto… Han sido meses tocando puertas, escribiendo y presentando la banda a un sinfín de promotores de conciertos y salas en UK. Conseguimos el apoyo y la confianza de Camden Live que nos llevó al mítico Dublin Castle, y además cerramos dos fechas más en Bournemouth y Kent. Ha sido una mini gira increíble. Para nosotros representaba todo un momento de la verdad ponernos delante de ese público. Por el idioma, la música que llevan en la sangre, por si nos verían como unos outsiders… Ya sabes, la mente confabula, te sabotea… Te dice de todo… ¿Cómo te atreves…? ¡La vas a cagar…! ¿A dónde van unos vasquitos cantando en inglés…? ¡A ingleses! Pero creo que llevábamos los deberes bien hechos, hemos afilado mucho la banda en estos dos últimos años y la reacción del público ha sido apabullante. Una experiencia muy especial y gratificante también para nosotros como banda. Se nos han abierto nuevas puertas y el año que viene habrá nueva gira por UK.

Yeah! Bueno, hablando de mecenas, valorasteis la opción del crowdfunding para la publicación de “When The Day Goes Slow”, vuestro último álbum, y visto el resultado…
Si, ahí tuvo mucho que ver la entrada de Txema Sahelices de Arima Means Soul, como nuevo manager de la banda. Txema ha sido también muy importante en el proceso de crecimiento como banda, ya que él venía con experiencia en este tipo de campañas y me convenció de la conveniencia de asumir ese reto. Fue muy gratificante, y no solo en lo económico; contar con el apoyo de tanta gente, y que la campaña fuera un éxito, y que culminara gracias a todos ellos en un álbum que creo es muy auténtico… refleja muy bien el estado actual de la banda.

Pablo Amann

Y ahora, hay que darle cancha. ¿Cómo está funcionando el disco?
Muy bien. Con el estirón de la campaña hubo bastante repercusión mediática tanto a nivel nacional como internacional y además el hecho de salir a la calle con todos los discos encargados por los mecenas la cosa se allana mucho. Ya vamos por la segunda tirada de CD’s y no lejos de encargar la segunda de vinilos. Y además, como sabes, hoy en día los discos se venden fundamentalmente en los conciertos, y afortunadamente tenemos cerradas bastantes fechas de la gira que empezó en febrero y terminará a finales de año.

Ya hemos podido comprobar que la gente está respondiendo en los conciertos, pero, ¿cuál es vuestra sensación?
Pues después de haber masticado bastante barro en los últimos años, en este momento tenemos el feeling de que ha habido un ‘click’ y parece que se nos percibe de otra manera, quizá no ya como una banda local emergente, sino como un proyecto de más proyección. Cuando más se nota eso es al ponerte delante de audiencias nuevas cada noche y no reconocer ninguna cara. Antes teníamos que tirar de amigos o familia y felizmente eso ha cambiado. Es muy emocionante colgar el cartel de sold out en sitios donde antes nos costaba tanto vender entradas (Bilbao incluido), o que nos empiecen a llamar para ir a tocar en escenarios que antes quedaban lejos de nuestro alcance…

En los ocho años de circulación de la banda habéis barajado diferentes posibilidades en cuanto al número de integrantes y actualmente los hijos descarriados sois cuatro, bueno, tres más tú mismo. ¿Podríamos hablar de una evolución natural?
Sin duda, es así. Al final la formación, por lo menos desde mi punto de vista, debe estar al servicio de la música que hacemos, acompañar su evolución. Aparte de los vaivenes personales, hay una pretensión de crear banda, moldearla al servicio de las canciones. En ese concepto no caben los egos y las individualidades, porque lo importante son las canciones. Por eso siempre he buscado que la banda suene de una forma compacta, sólida. Para mí fue muy inspirador el Cazorla Blues Fest en el que tocamos en el año 2022, y nos quedamos todo el fin de semana en una casita en el campo para ver todos los conciertos que pudiéramos, disfrutar de la montaña… Los conciertos de Eric Gales y Samantha Fish me volaron la cabeza. Fue un momento muy inspirador. Ambos iban a cuarteto: guitarra, bajo, batería y teclados. Me quedé con el run run y además coincidió con una serie de alineamientos de astros y unos meses más tarde, estábamos los cuatro señoritos de hoy trabajando el primer concierto juntos que sería el Frankensfest de Balmaseda en septiembre del 2022 y desde ahí hemos ido trabajando juntos en el local de ensayo, preparando el nuevo álbum, la gira…

Txema Arana

Las colaboraciones siguen ahí. ¿Cuándo compones o terminas de componer una canción piensas en qué complementos o arreglos serían apropiados? ¿En posibles colaboraciones?
Compongo habitualmente pensando ya en la instrumentación, y la posible colaboración suele surgir en esa fase temprana, sí.

En este sentido, Emi Barés, es un hombre con quien continúas trabajando codo con codo pese a que no sea un miembro oficial, pero sí vitalicio, de la banda. ¿Qué aporta o qué os aporta el señor Barés?
Emi es el productor de todos los álbumes (el primero en colaboración con Amando Gottardi) y además ha sido guitarrista de la banda desde su formación hasta el cambio a cuarteto. La amistad y conexión musical que tenemos hace que como dices bien sea un miembro vitalicio de la banda, aunque ahora sea únicamente y no es poco, como productor. Creo que la clave de un gran productor es sacar lo mejor del músico, interpretar lo que quiere expresar y enfatizarlo, no cambiarlo o imponer una impronta o el sello propio del productor. Trabajamos codo con codo aportando muchas ideas y no deja de sorprenderme con las suyas. Emi es un enorme productor y es el que está en gran medida detrás del sonido de esta banda.

El último en sumarse a la familia ha sido el pianista y organista Israel Santamaría. ¿Cómo fue su reclutamiento y posterior aclimatación con el resto?
Precisamente fue cuando volví de aquel inspirador Cazorla Blues Fest que te contaba antes, cuando cayó en mis manos el primer EP de nuestro admirado Gonzalo Portugal, “On My Way” (parte de la alineación de astros a la que me refería antes). Cuando escuché “Rollin’ & Tumblin” me dije, ¡¡quién es esta bestia al Hammond…!! Así que contacté con él, le hablé del proyecto y las ideas que tenía entre manos ¡y conectamos a la primera! Enseguida estábamos trabajando los cuatro los arreglos para adaptar los temas a la nueva formación. Es enorme tanto como persona como músico, y eso hizo que la aclimatación fuera rapidísima.

Israel Santamaría

¿Crees que la banda puede capturar mejor el nervio que demanda vuestra tendencia musical como cuarteto?
Absolutamente, este formato nos permite jugar muy bien con las dinámicas que exigen las canciones. Hay momentos de mucho aire, mucho espacio, subidas, bajadas… También mucha energía, pero siempre, como te decía antes, sin perdernos en individualidades; todos somos piezas de un todo, somos cómplices, algo que me parece fundamental. Trabajar muy bien para conectar con el público y disfrutar tocando.

Y ya que mencionábamos al cuarteto, no habíamos nombrado aún a Txema Arana (baterista) y Jon Ander Madina (bajista)…
Otras dos bestias. Somos amigos desde hace mucho tiempo, hemos tocado mucho juntos, compartido mil correrías, infinitas charlas sobre música, conciertos propios y ajenos… Mirarnos a los ojos es suficiente para entendernos. Todo eso va a nuestra forma de tocar y disfrutar en el escenario. Me siento un privilegiado por estar compartiendo esta aventura con estos cuatro compañeros de viaje, incluyendo a Txema Sahelices que no sube al escenario pero es una pieza fundamental en la sombra. Somos una banda, una familia, un bloque. Disfrutamos mucho estando juntos, nos decimos las cosas a la cara, nos queremos. Nos cuidamos. Y de ahí brota todo lo demás.

Metiéndonos más de lleno en “When The Day Goes Slow”, su disposición, o el significado de sus canciones, ¿Responde a alguna voluntad en concreto?
La primera canción que compuse de este álbum, y primer single fue “Where Have The Good People Gone” con la intención de darle ya un nuevo enfoque con más texturas de soul y blues rock. También es la primera que grabó Isra, pues coincidió con su entrada. Esa canción fue la precursora del resto del álbum, donde la pretensión es hacer un recorrido por ese nuevo sonido, más maduro, que hereda todo el trabajo anterior, e incluso como en el caso de “Lies”, lo reinterpreta. En cuanto a la disposición de las canciones, incluso su número, responden a la intención de que el álbum sea un recorrido, un viaje, no importa demasiado la distancia o el tiempo. Hay viajes cortos transformadores y viajes largos que son un puto tostón. Se quedó en siete canciones porque así estaba bien cerrado. Así tenía un sentido. ¡Y por supuesto porque abomino de las canciones de relleno!

Jon Ander Madina

En “Rumble” contáis con la participación del armonicista Pablo Almaraz, otro intrépido músico de la extensa escena bilbaína. ¿Cómo surgió la posibilidad?
Pablo es un gran músico y amigo de la banda. Tenía muchas ganas de hacer algo juntos porque compartimos una determinada sensibilidad por la forma de ver la música en general y el blues en particular. Cuando escribí “Rumble” me di cuenta que esa era la canción en la que Pablo tenía mucho que aportar. A mí particularmente es una canción que me gusta mucho. Es una de mis favoritas.

Al menos desde fuera creemos que en el botxo hay una buena dinámica de bandas, de conductas, de formas y maneras, de salas o de programaciones, pero desde dentro seguramente se vea diferente por varias razones. ¿Cómo lo ves tú?
Creo que hay un gran momento creativo y muchísimo talento suelto en Bilbao. Son innumerables los proyectos, bandas, artistas de altísima calidad. Creo que eso hay que protegerlo y que no solo sea cuestión de iniciativa privada de las propias bandas, que nos las vemos y deseamos para asomar la cabeza, la mayoría de veces sin apoyo de oficinas ni discográficas. O de las salas, que con mucho esfuerzo, intentan traer nuevas propuestas que enriquecen la propuesta cultural y el gusto musical. Me gustaría que los responsables de cultura en las instituciones locales y autonómicas detectaran que la escena musical de Bilbao es importante, y que tiene un nombre fuera de Bilbao. Que las bandas que giramos somos embajadores de Bilbao y de Euskadi por donde vamos, y no siempre sentimos el apoyo suficiente. Creo que los responsables de cultura podrían hacer muchas más cosas en apoyo de esa escena bilbaína, aunque se estén dando algunos pasos. Para empezar sería fabuloso que alguna vez alguien desde ese espacio político nos preguntara cómo se nos puede ayudar y que podríamos aportar. Y a partir de ahí, empujar algo que tiene mucho valor y lleva la marca Bilbao.

When The Day Goes Slow

Coincidimos. En su día dijimos, y seguimos manteniendo, que alguna de las canciones de “When The Day Goes Slow” como la propia titular, “Lies” o “My Freedom” podrían albergar diferentes sentidos o emociones dependiendo de la persona receptora. Es parte de la magia del rock and roll, pero, ¿qué te impulsó a crearlas?
Me muevo por emociones. También por imágenes, situaciones, historias reales o inventadas… Esos ingredientes van a la olla y empiezan a cocerse a fuego lento, hasta que cristalicen en una canción que me emocione. Si no, no vale. O vuelta a la olla, o a la basura… Creo que ese proceso hace que el resultado conecte con otras personas, que sienten, miran, viven, sensaciones similares a las tuyas en sus vidas. La música les transporta a sus vivencias y sentimientos y les sirve de banda sonora. A mí me pasa con la música de otros artistas que me conmueve y necesito como agua cada día. Me parece lo más grande que tiene la música. Nos une a perfectos desconocidos en sentimientos íntimos.

Quizá “Where Have All The Good People Gone” permita entrever el contenido con tan solo su enunciado, y aunque el peso musical tiene vital importancia, ¿el valor de las palabras es proporcional al de las notas? ¿Hay compromiso en vuestro mensaje?
Las palabras son importantísimas. Una canción en mi opinión se compone de música y letra. Ambas tienen una importancia al cincuenta por ciento, y si no suman su cincuenta, la canción se queda coja. No necesariamente tiene que haber siempre un mensaje profundo o reivindicativo. También hay que descojonarse de la vida y hacer el chorra. Pero en el caso de “Where Have The Good People Gone”, el motor de la letra es la indignación al sentir que todo sigue igual, que un matón testosterónico que monta a caballo con el torso desnudo y al que le ponen tanto los desfiles militares, las banderas, los asesinatos de oponentes políticos, le da un día por invadir el país de al lado en el siglo XXI y empujar a millones de personas a la miseria y la muerte, truncando sus vidas sin inmutarse. No es que escriba este tipo de canciones por obligación o compromiso, lo hago por salud mental. Por necesidad.

Emi Barés

¿Dónde surge tu inspiración?
Pues básicamente de mis vivencias cotidianas. Creo que sobre todo soy un “story teller”, miro, escucho, siento y cuento. También se podría llamar cuentista (risas).

Y hablando de inspiración, la música contemporánea americana y todas sus vertientes son la brújula de Amann & The Wayward Sons. Buena prueba de ello son vuestros discos y unos directos donde blues, soul, country o americana están presentes. Además, en alguna ocasión hemos hablado sobre el considerable porcentaje de las escuchas vía streaming procedentes de allí. ¿Tenéis el pasaporte en regla? (risas)
¡Ya lo creo! De momento nos hemos puesto a prueba en la sucursal europea como hablábamos antes. Pero estamos deseando y trabajando para dar ese salto, también a Brasil, México, Argentina donde tenemos muchos seguidores. Es un objetivo hoy un poco más cercano, ya tenemos algunos contactos en el Sur, en el Norte y en la Costa Oeste de USA. También en México y Brasil. Pero no podemos lanzar aún las campanas al vuelo. Digamos que estamos trabajando en ello.

Amann & The Wayward Sons

Antes de finalizar la charla, ¿tenéis previsión de ir incrementando el número de fechas que ya tenéis cerrado?
Ahora mismo tenemos bastantes fechas que aún no hemos publicado pero los compromisos llegan ya casi hasta final de año. Alguna de ellas también en Bilbao. Y estamos empezando a trabajar para planificar la primera mitad de 2025. Estamos muy contentos de que el teléfono esté sonando, y no siempre lo ha hecho. Es un momento muy oportuno para agradecer especialmente a todos aquellos que creyeron en este proyecto y llamaron cuando casi nadie lo hacía.

¿Nos hemos dejado algo en el tintero? (risas)
¡Supongo! Pero creo que me he despelotado bastante (risas). No me gustaría dejar de mencionar a gente muy importante no mencionada, como Oriol Peñalver de Comunicom, diseñador gráfico de la banda y quien está detrás de la parte artística visual que es tan importante para nosotros. A Iñigo Escauriaza a los mandos de su Submarino Records, donde grabamos el álbum y que es un crack y un miembro más de esta familia ya desde que grabamos “Drive Home” en Tío Pete en el 2019. A Phil Bebbington, fotógrafo de la portada del álbum, a Pedro Viñuela, nuestro ingeniero de mastering de cabecera, a Markel de Smoke Signal, que está detrás del diseño de merchandising y diseñador del cartel de la gira… En fin, a toda la gente que rema con nosotros en la misma dirección. También aquí, ‘last but not least’, me parece justo un reconocimiento y agradecimiento a ti, Rafa, y a GravelRoad76 por habernos acompañado y dado cobertura en todo este tiempo y seguir haciéndolo.

Gracias de nuevo, Pablo. Nos vemos en el camino.

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