El blues recorre las venas y bombea el corazón de Gonzalo Portugal | GR76


Domingo 12 de noviembre de 2023 en Coppola, Bilbao

Por muchas veces que hayamos presenciado cualquier sesión acústica de Gonzalo Portugal, la emoción previa, el nerviosismo o la simple sospecha sobre alguna novedad siempre acechará. Y en su versión eléctrica, tres cuartos de lo mismo, ya que hablamos de un acreditado guitarrista y un voluntarioso cantante que exprime con rigurosa delicadeza su voz, un auténtico bluesman que nos tiene cautivados por su admirable trabajo y continuo esfuerzo buscando la excelencia, buscando el tan ansiado beneplácito del público. Que de hecho tiene y mantiene porque es un hombre con buena prensa y parecida demanda por parte de gente encargada de las programaciones de salas y recintos de la zona. Quienes han acudido a sus apariciones en solitario donde rescata viejos clásicos de blues o tributa a varios maestros del rock en general aun poseyendo un meritorio surtido de composiciones propias, conocen el percal, y si hubiera alguien que no se encuentre en esta órbita… Pues sin duda lo debería corregir aunque la fotografía sea fija, aunque el escenario pudiera aparentar cierta escasez ornamental. En estos casos el sentimiento prevalece a otras variantes escénicas. En estos casos el blues recorre las venas y bombea el corazón.      

Y no es el único de la misma especie en el prolífico circuito local, así que en ese aspecto nos podemos considerar gente afortunada. Tanto en representantes como en el propio circuito que, aparte de cantidad, cuenta con calidad en todas o casi todas las ramas del rock. Sin embargo hemos venido a hablar de Gonzalo. Hemos venido a hablar de sus enérgicas sesiones acústicas. Hemos venido a hablar de su naturaleza, de su rango, del temperamento de un bluesman oriundo de una revolucionaria margen izquierda que ha sido testigo del nacimiento de diferentes movimientos. Vale, sí, el blues no ha sido uno de ellos, pero de ahí viene todo. Es el epicentro, el origen, la raíz. Y como tal, merece muestras de cortesía, algo que el señor Portugal evidencia en su faceta artesanal y en las múltiples intervenciones con distintas formaciones o en su actual proyecto personal. Como ya hemos apuntado al comienzo, por muchas veces que hayamos (por decenas las contamos) concurrido, siempre habrá un pequeño resquicio para la novedad o cuanto menos un factor sorpresa a tener en cuenta. Y ese sobresalto llegó, tras unos prolegómenos en los que demostraría el grosor de sus cuerdas vocales como su absoluto dominio del fingerpicking en canciones que podríamos calificar como clásicas en sus repertorios, caso de “Hang Me, Oh Hang Me” de Oscar Isaac o “Love Blues” de Keb’ Mo’, con la presencia de la poderosa cantante Inés Goñi junto a quien interpretaría “Love Me Like A Man” de Bonnie Raitt.

A partir de ese instante el slide que, aparte de ser una suerte que domina y domestica escrupulosamente, acostumbra a utilizar no solo como complemento o recurso técnico, sino como liturgia de obligado cumplimiento, monopolizaría el resto de una función equilibrada, una función exquisita y suficientemente demostrativa de la madera del rubiales. Y por supuesto, de su pleitesía hacia personalidades como Rory Gallagher, Muddy Waters, John Mayer, Robert Johnson o Elmore James. Y todas estas referencias o reverencias no son más que la ilustración de un pulido proceso didáctico tanto en sentido analítico como creativo, un proceso que en cierta manera le capacita para tomar prestadas por unos minutos reputadas canciones que lleva anotadas en un atril que, en función de las momentáneas sensaciones, atenderá. Son unas cuantas, por cierto, pero para elegir el repertorio no son necesarios los consejos o acuerdos. Tan solo tiene la compañía de su guitarra, un bottleneck y una caja empleada como elemento de percusión. Blues. Old school. Una jodida maravilla. Un auténtico privilegio comprobar cómo su grandeza va en consonancia al grado de satisfacción de la gente cuando cede ante el vibrante estremecimiento producido por “As The Crow Flies”, cuando repara en los orígenes de “Rambling On My Mind” o cuando “Something Like Olivia” hace saltar las alarmas de un local rendido ante su destreza con las seis cuerdas y su graduación vocal; cuando esa gente desbocada canta al unísono hasta nueve en “Too Much Alcohol” o cuando “Walkin’ Blues” exige justo lo contrario, que permanezcamos en nuestras posiciones; cuando el viejo “Mean Old World” denota vigencia, suena a presente; cuando el personal acompasa con palmas mientras un revolucionado slide somete en la tradicional “Rollin’ & Tumblin” o cuando exhausta distingue los destellos de joyas como “Dust My Broom”. Y cuando tengas la oportunidad, no dejes escapar el tren. Sube al vagón con Gonzalo Portugal.

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