Schizophrenic Spacers: “So Long” | GR76


Cuando los amigos Spacers anunciaron que se aproximaba el final, algo se desvanecía en nuestro interior. Entre confusión y perplejidad, los sentimientos revelaban cabreo porque durante las dos últimas décadas han demostrado su valía tanto en sus enérgicas actuaciones como en unas ediciones de estudio que paulatinamente iban incrementando la reputación de la banda. Como dijimos en su día, se acercaba su vigésimo quinto aniversario en ruta y tal vez ese podría ser uno de los principales motivos que les hiciera pensar en la posibilidad de retirada coincidiendo, por supuesto, con una tourné conmemorativa a realizar por los cuatro puntos cardinales más la edición de un disco que aglutinara fundamentos, movimientos, inspiraciones, agradecimientos y todo tipo de buenas sensaciones. Un disco cuyo enunciado es mucho más que simple encabezamiento elegido al azar. Es un mensaje, un hasta siempre que desearíamos tan solo fuera una merecida pausa, pues es un síntoma de gratitud representado en una explícita imagen. Eso es “So Long”, curiosamente la melodía que cierra el disco, el capítulo y la aventura de estos barceloneses con la profundidad de una canción de arrullo, con la energía que bombea corazones y la eficacia de una pieza de esas que obliga a seguir sintiendo con la mente.

Apaños, eventualidades y empeños. Riesgos. Rock and roll. Así se ha desarrollado el trayecto de Sergio Martos, Alberto Belmonte, Manuel Fernández del Campo y Jesús Tejada en esta intrincada odisea desde que unieran fuerzas. Compaginando agendas, obligaciones y labores que sufragan moradas y manduca siendo, además, la bandera que ondean y defienden con orgullo. La bandera del rock and roll, el carácter del puto rock and roll sin barreras, sin concesiones o encasillamientos, si bien el proceso de grabación de este epílogo musical ha seguido las pautas de sus últimas operaciones, ya que partieron hacia confines cántabros, hacia Guitar Town Recordings donde les esperaba el artesano Hendrik Röver con la planificación y distribución de unos quehaceres que sin duda productivos han resultado. Afortunadamente, y después de un tiempo en alerta, el viernes pasado compartieron a través de su bandcamp oficial la ansiada edición a la espera de tener, tal como el propio Sergio nos confirmara, los formatos materiales dentro de unos diez días. Doce canciones que, pese a la insistente especulación sobre los supuestos paralelismos, las similitudes con bandas afines y toda esa retahíla de presuntuosos pretextos de los que servidor reniega, determinan la personalidad de los chicos.

Paradojas de la vida. Hoy en día todo es tildado como rock and roll y en cambio, el verdadero rock and roll parece perder fuelle respecto a otras manifestaciones sonoras u otras disciplinas. Curioso incluso capcioso. El cine es rock and roll, la literatura es rock and roll, el turismo es rock and roll, el deporte es rock and roll, la gastronomía es rock and roll y hasta hay quien frivoliza con patrañas calificando la política como rock and roll mientras los verdaderos artífices del asunto caminan cual funambulistas sobre un alambre de espinos. Pues Manuel, Jesús, Alberto y Sergio examinaron la situación, contrastaron pros y contras y llegaron a una difícil conclusión pero totalmente sincera con sus principios. Había que componer una serie de canciones que dibujara sonrisas entre la audiencia pese a la meditada despedida. Canciones como la propia “Audiencia” que abre el disco con una serie de novedades como la participación de un camarada como Miguel Moral, cantante de los bilbaínos The Renegados. Canciones como “Un gran momento” cuyo análisis se ciñe al título y viene a testificar que perseveran en el intento. No hay dobleces. No hay rencores.

Canciones como “Parte del pasado” o auténticos torbellinos como “Al final…” donde evidencian parte de las enseñanzas recibidas de artistas procedentes de fiordos escandinavos, de los grandes lagos del norte, de franjas pacíficas o atlánticas, de la pérfida Albión, de indómitos acantilados contiguos o comarcas fronterizas. O sea, un infinito de modelos condensados también en “Dream In Vain” donde se adivinan lémures y profecías, o hermosas serenatas como “Two Wrongs Don’t Make A Right” interpretada con preciosos coros, la siempre cortés guitarra del señor Belmonte y enajenados alaridos del señor Martos. Psicotrópicos flirteos como “S. Luiz” o ensoñaciones como “Generation”, en la que su racial graduación y extraordinaria compenetración del cuarteto establecen disyuntivas, misterios y hasta defensas sobre el acuerdo de una banda que nos ha regalado numerosos instantes de pasión y siempre ha introducido algo sorprendente, algo particular que nos ha impresionado o nos ha dirigido a otras coordenadas. Como sucede en “So Long”, que es, en definitiva, el espíritu del rock and roll, la intención de los Schizophrenic Spacers, el objetivo pretendido por la sociedad. Nos gustaría pensar que la puerta se mantiene abierta a nuevos proyectos, nuevas tentativas o nuevas proposiciones. Nos gustaría pensar que aún no se ha bajado un telón que en el mundo del espectáculo es rojo, pero en este caso nos gustaría sustituir por verde esperanza. Muchas gracias, chicos.

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